Para ser plenamente humanos tenemos que vivir entre humanos es decir, no sólo como los humanos sino que con los humanos. Osea fijarnos y dedicarnos al bien común, ya que, no vivimos aislados y solitarios sino, que vivimos juntos y vivimos en sociedad.
La sociedad, se supone que está pensada por hombres como nosotros y para hombres como nosotros. Lo más natural para vivir como hombres, es precisamente la sociedad, por lo tanto nuestra naturaleza es la sociedad, porque aunque nos sintamos a gusto fuera de la sociedad necesitamos y dependemos de ella por lo tanto volvemos por nuestro mundo ya que esta configurado para nosotros.
La sociedad nos sirve, pero también hay que servirla, osea que la sociedad está a mi servicio, pero sólo en la medida en que yo me resigne a ponerme al suyo. Cada una de las ventajas que ofrece la sociedad también viene acompañada con limitaciones que debemos respetar. Las leyes e imposiciones de la sociedad son siempre nada más que convenciones, no forman parte inamovible de la realidad ni brotan de la voluntad de algún dios misterioso sino que son inventadas por hombres, y pueden ser modificadas o abolidas por un nuevo acuerdo entre los humanos. Estas leyes tienen efectos decisivos sobre nuestras vidas y sin ninguna ley, ni convenciones no sabríamos vivir.
